Felipe
II fue el gran monarca, como su fuerza, reinado nacional de España y prosperidad. Sin embargo, su ambición fue establecer bajo la
premisa de no hacer caso del país, del entorno económico general. España gastaba una enorme cantidad de
gasto militar, Felipe II tuvo que subir repetidamente impuestos. A pesar del
fuerte apoyo de las colonias americanas en España, todavía era incapaz de
resolver, la gracia militar hizo que la crisis financiera aumentara, así como a Felipe II
en 1557, 1575 y 1598 declaró el estado de quiebra. Los intransigentes
religiosos de la política de Felipe II tenían enemigos por todas partes. Debido a estos
inconvenientes, el reinado de Felipe II el país tuvo un
impacto negativo a largo plazo. Que después de su muerte, fue desapareciendo rápidamente.
A pesar de que Felipe II negara que se escribiera
una biografía personal sobre su persona, son muchas
las biografías no oficiales que se escribieron
tanto en su época como en épocas
posteriores, no cabe duda de que muchas de esas biografías
son fruto de una mente provista de una gran imaginación,
pero otras nos han proporcionado copiosos datos que nos permiten saber cómo
era aquel rey al que o bien se amaba o bien se odiaba, pero que de un modo u
otro no dejaba indiferente a nadie.
Como rey absoluto fue enemigo de las autonomías,
imponía su dominio y su criterio. Cuidó su patrimonio
como un regalo heredado no sólo de su padre,
sino también de sus abuelos y de sus bisabuelos, y
la guerra fue el mejor medio para conservarlo. No sólo
logró conservarlo, sino también lo acrecentó –incorporación de
Portugal-. Sin embargo, los historiadores han observado que carecía de
un proyecto, de una serie de objetivos fijos para su política
exterior, y aunque era muy difícil tener
objetivos en la política del siglo XVI, Felipe II alcanzó menos de sus objetivos que la mayoría, ya que
fueron más numerosas las derrotas que las
victorias. En el gobierno siguió el consejo de
su padre, desconfió de sus hombres y evitó caer en el favoritismo, le gustaba oír las opiniones
de los hombres que le rodeaban pero se guardaba celosamente cualquier resolución.
Sin embargo, el hecho de que le gustara rodearse de varios secretarios hizo que
la burocracia fuera muy lenta y que las decisiones no se tomaran cuando se tenía
que tomar.
Desde el punto de vista espiritual, Felipe II era un
hombre excesivamente religioso, ya que su padre le había
aconsejado tener a la religión como base
para la política. Sin embargo, fue siempre un
impedimento pues por ese motivo se negaba a negociar con herejes o tratar con
rebeldes, lo que podía dar como resultado una victoria total
o bien una derrota. Por otro lado fue un modelo de cristiano en lo más
difícil y agrio, para la naturaleza humano la práctica
de los sacrificios. Practicó de forma
rigurosa la caridad y poseía una
sentimentalidad natural que se expresó en sus relaciones
matrimoniales, paternales, y aún en las
oficiales de su gobierno. Felipe fue muy cariñoso y atento con sus esposas e
hijos, hecho que se demuestra en las cartas que enviaba a sus hijas. En esas
cartas se manifiesta que las añoraba, pero también da
a conocer detalles tan curiosos como que le gustaba oír el
canto de los pájaros o las bromas de los bufones,
detalles que mostraban el lado más humano del
monarca. Era un hombre amado por sus mujeres, sus hijos, sus amigos íntimos
e incluso por sus servidores, a pesar de que para el resto de sus contemporáneos
fuera antipático. A pesar de todo, y aunque estas
cartas reflejan su lado humano, también reflejan su
mediocridad, el mismo Gregorio Marañón diría
que las cartas parecían escritas por “un
niño bueno pero no muy inteligente”.
Li Yang
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