martes, 23 de abril de 2013

LA CRISIS DEL 98


LA CRISIS DEL 98

El 98 español se inscribió dentro de una redistribución colonial a escala internacional, en medio de una gran marea imperialista que se expandía por el globo. Se trató de una guerra colonial con epicentro en Cuba y una guerra en los Estados Unidos en la que se inhibieron las potencias europeas. La pérdida de los restos del viejo imperio de Ultramar (Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las islas Palaos, Marianas y Carolinas) planteada como una solemne disyuntiva entre la victoria o el deshonor y hundimiento patrio, hizo del 98 español, en palabras de Jesús Pabón, el único no aceptado, cuando consta que se trataba de una crisis muy parecida a la experimentada por otras potencias (Portugal, Francia, Japón). Estos hechos removieron en profundidad la vida pública y la sociedad española, conmocionando a las clases populares, que corroboraban lo absurdo de una guerra en la que habían tenido especial implicación por su reclutamiento obligatorio e imposible redención, al igual que a las clases medias, afectadas por la supresión de mercados y el reajuste hacendístico, e incluso a minoritarios círculos de la intelectualidad, que repudiaban la España oficial vigente y apelaban a otra España posible, real y vital como diría Ortega.
En este contexto turbador cristalizó el regeneracionismo, un movimiento que se esforzó por adecuar la gobernación a lo gobernado, de carácter amplio y positivo. Entre Joaquín Costa, figura capital en sus filas y las recetas regeneracionistas de republicanos, socialistas, nacionalistas catalanes o tradicionalistas vascos, mediaba la lógica distancia consecuente de proponer cada uno su fórmula mágica para remediar los males de España.
No obstante, aparte del problema colonial cada vez menos enfatizado, debemos ver tras el 98 un momento crítico y revulsivo de la conciencia nacional y el punto de partida de la disolución del sistema político de la Restauración, tambaleante ya con un partido conservador huérfano y dividido; y un partido liberal que había agotado su programa y carecía de señas de identidad propias. La "humillación del 98" fue la última nota previa al eclipse definitivo de los viejos imperios ultramarinos, pero más aun la constatación de la potencialidad de los nuevos colosos internacionales al despuntar el siglo XX, con todo el simbolismo y el atisbo de esperanza que, en última instancia, escondía el regeneracionismo en el caso español.

VIRGINIA LÓPEZ-REY GARCÍA

No hay comentarios:

Publicar un comentario