domingo, 10 de marzo de 2013



 La Paz de Augsburgo o “Paz de las religiones” se firmó el 25 de septiembre de 1555 en Augsburgo, Alemania, por orden de Carlos V, emperador de Alemania. Su hermano Fernando firmó dicho tratado dándole así  los poderes para reinar en el reino de Alemania con el nombre de Fernando I de Augsburgo. Y firmada también por las fuerzas de la Liga Esmalcalda.


                                          
Siendo Carlos V emperador de Alemania, empezó a haber una ruptura en la Iglesia,  dividiéndose el Imperio en dos confesiones cristianas: la luterana y la católica.

Carlos V en un principio apoyó un concilio entre ambas partes. Pero se encontraron con muchas dificultades, principalmente la del papa Clemente VII, que no quería ayuda del Emperador, debido a su poder, temiendo que éste pudiera también intervenir en temas de la Iglesia. Después de la muerte del Papa, su sucesor Pablo III, estuvo más conciliador y dispuesto a llegar a un acuerdo. Mientras tanto, este problema religioso se convirtió también en un problema político ya que los nobles y campesinos alemanes veían en el protestantismo un posible liberalismo que no tenían por el momento, ya que muchos de sus campos y tierras estaban dominados por la iglesia Romana y el Imperio.  Esto hizo que muchos campesinos y también clérigos junto con nobles hicieran uso de violencia y reivindicaciones.

El Emperador seguía creyendo que podrían llegar a un acuerdo pacífico. Se reunieron en la llamada Dieta de Spira llegando a algunos acuerdos pero cada vez se politizaba más el problema.
Hasta más tarde, en 1530, no hubo un acercamiento más real y pacífico en la Dieta de Augsburgo en el que se pedía que pudiesen convivir tanto los católicos como los protestantes. Los príncipes de Sajonia, que eran protestantes, no quisieron seguir este acuerdo y hubo un levantamiento militar.
Las ideas protestantes se extendieron por Alemania y el centro de Europa y tuvo lugar una gran unión contra del ejercito del Emperador y del Papa. Se produjo así la batalla de Mühlberg, finalizando con la victoria del Emperador cuyo ejército estaba dirigido por Juan de Austria. Aunque se llegó a la Dieta de Augsburgo no se produjeron las reacciones deseadas por el  Emperador.

Después de muchos enfrentamientos, la sucesión al papado del nuevo pontífice Pablo IV y la desesperación del Emperador, se firmó la Paz de Augsburgo.

Con esta Paz se acuerda que hay en el Imperio dos confesiones cristianas; una la luterana y otra la católica. Cada príncipe alemán deberá elegir e informar cuál de estas dos religiones desee practicar, estando prohibida cualquier otra, y sus súbditos estarán obligados a ejercer la misma.
También se establece un principio según el cual si el príncipe ocupaba un cargo católico se pasaba al luteranismo, debía renunciar a los bienes de dicha religión. Esta última clausula no fue muy bien vista por el luteranismo, y continuó teniendo problemas entre las dos religiones dentro de Alemania, lo cual derivó a la Guerra de los Treinta Años.

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