El padre de esta doctrina fue Cornelio Jannsens, nacido en
Utrecht (Países Bajos) un 28 de octubre de 1585.
También conocido como obispo de Ypres, aunque mayor es la relevancia que adquirió el movimiento religioso Jansenismo a partir de los años 40 del siglo XVII y los siglos venideros y principalmente en Europa. Esta ideología supone uno de los temas con más polémica en la Iglesia Católica Romana, estando a la altura de la Reforma Protestante o la Revolución Francesa.
Estas ideas fueron plasmadas en un tratado escrito por el mismo Cornelio que fue publicado a título póstumo, llamado Augustinus, este se divide en tres ramas: jansenismo teológico, jansenismo moral-espiritual y jansenismo político-antijesuítico-galicanista, estas escrituras siempre tuvieron de referente los manifiestos de Agustín de Hipona.
Cornelio Jannsens se centra en el tema de la gracia
declarando que el estado natural del hombre es el estado original, donde la
real libertad significa una condición de gracia y amistad con Dios, se pone el
ejemplo de Adán como portador de la gracia o ayuda de Dios pero la gracia
eficaz no sólo sirve para rehuir el pecado sino para obrar correctamente y no
pecar, y aun que Adán poseía la gracia, carecía de la eficaz, la cual, según
Jannsens, salía siempre vencedora. A raíz del pecado el hombre pierde así su
libertad y todas sus acciones están envenenadas, además existe la delectatio terrestres, que es el gusto
por las cosas terrestres y necesita de la gracia eficaz para volver a su estado
anterior y lograr al fin la libertad. Al cambiar la delectatio terrestres por delectatio
coelestis, donde se goza del bien, la libertad permanece y porta al hombre
el deseo de hacer el bien. Además, este tipo de gracia es dada al azar por Dios
y no existe una obra que no esté determinada como mala o buena, no hay
posibilidad de perspectiva.
En el jansenismo moral-espiritual trataba de evitar la acomodación de las personas, recordando así al hombre su trascendencia y siendo sagrado para este pensamiento la sagrada escritura y San Agustín.
Se resalta en el espiritualismo jansenista la importancia de Dios como todopoderoso y su significación para llevar una vida espiritual acertada, aunque contradictoria con la idea del pecado original. Por otra parte, la fortuna de Dios es íntegramente arbitraria y de estos hechos surge la necesidad del hombre de armonizar la compasión de Dios con todos los ámbitos de la vida. La espiritualidad jansenista es inflexible respecto a la naturaleza del hombre, ya que según ellos está sometida por instintos y sentimientos peligrosos, mientras se relacionan difícilmente con Dios en forma de oración litúrgica, ya que la oración personal no les es de gran interés, especialmente la meditación, así como desconfían también de la vida mística y la contemplación.
En el jansenismo moral-espiritual trataba de evitar la acomodación de las personas, recordando así al hombre su trascendencia y siendo sagrado para este pensamiento la sagrada escritura y San Agustín.
Se resalta en el espiritualismo jansenista la importancia de Dios como todopoderoso y su significación para llevar una vida espiritual acertada, aunque contradictoria con la idea del pecado original. Por otra parte, la fortuna de Dios es íntegramente arbitraria y de estos hechos surge la necesidad del hombre de armonizar la compasión de Dios con todos los ámbitos de la vida. La espiritualidad jansenista es inflexible respecto a la naturaleza del hombre, ya que según ellos está sometida por instintos y sentimientos peligrosos, mientras se relacionan difícilmente con Dios en forma de oración litúrgica, ya que la oración personal no les es de gran interés, especialmente la meditación, así como desconfían también de la vida mística y la contemplación.
El jansenismo político-antijesuítico-galicanista, este
ideario se considera el de mayor seguimiento dentro de las posturas
jansenistas. Se trataba de una serie de doctrinas
conciliaristas (que era la suprema autoridad de la Iglesia, por encima incluso
del papado) junto con las tendencias galicanistas (que era la tendencia
separatista de la Iglesia de Francia con respecto al dominio de Roma y el Papa).
Una de las bases de esta ideología se mostraba abiertamente enemiga de los jesuitas
y esto llevó una postura política apoyada por Blaise Pascal.
Salomé Hernández Rodríguez
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